Tiger Woods dominó con tiranía el golf durante casi 15 años. De 1997 a 2009 su superioridad fue aplastante. La unanimidad en el gremio era absoluta. Nadie discutía su reinado. Era el mejor y punto. No era para menos, el Tigre ganó 14 majors en ese intervalo y 80 títulos del PGA Tour. Algo muy similar estamos viviendo con Jon Rahm.
Al coronarse como número 1 del mundo el 19 de julio del 2020, tras imponerse con autoridad en el Memorial Tournament, Jon confirmó lo que era sabido por todos. Es el mejor del mundo desde hace más de dos años. Su irrupción a lo más alto del ránking era cuestión de tiempo y en Estados Unidos lo saben de sobra. Jugadores, prensa especializada, público… nadie tiene ninguna duda.
En la Ryder Cup se pudo comprobar a la perfección. El de Barrika centró todas las miradas y todos los miedos del Team USA y el vasco no defraudó. Se llevó 3.5 sobre 4 posibles en los foursomes y fourballs. Hizo mejor a Sergio García, a Hatton y se ganó aún más el respeto y la admiración de los europeos y de los americanos.
Sus números asustan. 12 victorias desde 2017, 6 en el PGA Tour y 6 en el European Tour. De 113 torneos que ha jugado en el PGA Tour ha pasado el corte en 100 de ellos. Ha hecho 55 top 10s y 76 veces ha quedado entre los 25 mejores. Son cifras que no se veían desde Tiger. En el European Tour su dominio es todavía mayor. La media de lo que se embolsa cada vez que juega el circuito europeo asciende a más de 325.000€.
Además se quitó la espina de no haber ganado un ‘major’ a pesar del increíble nivel que está desplegando. Él mismo señaló en varias ocasiones que no quería estar en la lista que más terror da a la élite del golf, la de quién es el mejor jugador sin un grande. Su victoria en el US Open esfumó todos esos miedos. Sus dos putts cuesta abajo con caída de izquierda a derecha en el hoyo 17 y 18 de Torrey Pines son ya historia del golf.
Y es que con los anteriores números 1 esa autoridad, esa falta de debate sobre quién es el mejor no existía. Dustin Jonhson quizá es el jugador que más cerca ha estado pero su inconsistencia en ‘majors’ siempre le ha lastrado. Brooks Koepka es el caso contrario. A pesar de contar con cuatro grandes en sus vitrinas, su dejadez extrema en los torneos regulares siempre le han descartado como dominador absoluto del deporte. Misma situación para Rory que sigue buscando su mejor golf. Sus lágrimas al acabar Ryder Cup son el llanto de la desesperación, de alguien que se está machacando más que nunca entrenando y que ve que los resultados lejos de llegar, son los peores de su carrera. De ese proceso parece que está saliendo Jordan Spieth. El estadounidense parecía que iba a dominar el golf durante 20 años y los demonios se apoderaron de él. Mentalmente acabó destruido y ha tenido que resetear. El último en derrumbarse ha sido Justin Rose. Fue número 1 por última vez en enero de 2019. La temporada pasada no entró en el top 125 de la Fedex Cup y no se clasificó para la Ryder.
Desde Tiger, todos los antiguos números 1 del ránking han atravesado altibajos. Todos han tenido momentos donde la cabeza, el físico o la fatiga de competir para ganar cada semana eran demasiado para ellos. Todos menos Jon. Desde su irrupción en 2017 no ha parado de crecer hasta llegar al punto en el que está: es máximo favorito a ganar en cualquier torneo que se presente. Es tan insultante su superioridad que para este Acciona Open de España presented by Madrid no se concibe otra cosa que no sea un triunfo del bilbaíno.
El digno heredero de Tiger Woods se llama Jon Rahm con todo merecimiento y tenemos la gran suerte de que es español. Disfrutemos de él.