La historia de Jimmy Walker es de esas que pocos golfistas profesionales pueden contar. Con 41 majors a sus espaldas, puede decir con orgullo que su único Top-5 es una victoria. El PGA Championship de 2016 quedará en la historia del golf como el día en que Walker destruyó el mito de los domingos en un grande, ese que dice que, a fuerzas igualadas, siempre ganará el jugador con más experiencia.
El norteamericano ha demostrado este viernes en Madrid porque es un grande de este deporte. Vuelta de 68 golpes para un total de cuatro bajo par y, en el momento de escribir estas líneas, se encuentra dentro del top 10. Tras el logrado hace dos semanas en Irlanda Walker demuestra que sigue de dulce y que quiere escribir en Madrid un nuevo capítulo de su infinito cuento de hadas. Volvamos dos pasos hacia 2016 y conozcamos más de cerca al gran jugador que está compitiendo en el ACCIONA Open de España presented.
Aquel 15 de mayo, hace ocho años, el estadounidense salió con un golpe de ventaja sobre Jason Day. El australiano en ese entonces no era ni parecido al Day de hoy. Era el número 1 del mundo (llegó a serlo 43 semanas seguidas ese año), venía de arrasar en The Players y su putter echaba chispas. Era el tirano de los greenes, a unos niveles estadísticos que ni el mejor Tiger Woods había alcanzado. Durante ese intervalo entre 2015 y 2017, Day veía los hoyos como piscinas olímpicas. A Walker le dio exactamente igual. Para el recuerdo de todo enamorado del golf queda la secuencia de los hoyos 10 y 11: una sacada de bunker maravillosa que embocó, seguida de un putt de nueve metros cuesta abajo, con una caída bien pronunciada de izquierda a derecha. Entró por todo el medio y significó su único grande. La victoria de la clase media, un recordatorio al pueblo llano de que no es imposible.
La vida es tan caprichosa que, tras lograr lo que nadie hubiera imaginado, justo después aparece tu mayor pesadilla. De tocar el cielo con las manos, Walker pasó a pensar en la retirada. Pocos meses después de ganar el PGA, disputó un torneo en Australia. Desde ahí, caída libre. Su salud y su juego tomaron la misma dirección: el abismo. Pasaba el tiempo y nadie sabía lo que le pasaba. Un análisis de sangre tiempo después aclaró todo: mononucleosis, virus del Nilo, dos tipos de neumonía bacteriana y la enfermedad de Lyme. Todo a la vez. Walker recuperó la salud, pero su juego nunca volvió.
Al golf le debe todo: lo muy bueno y lo muy malo. Él nació con un palo debajo del brazo porque su padre era scratch. Conoció a su mujer en un torneo del Web Tour, cuando ella trabajaba de voluntaria. Tocó la gloria con el PGA y el infierno con la salud; en ese torneo en Australia contrajo todas esas enfermedades. Siempre el golf presente.
Tras años penando, en 2022 estuvo al borde de decir basta. Un 78-70 que lo dejó ampliamente fuera del corte en el Valero Texas Open, el torneo de su casa, lo hizo plantearse dejar el golf. Pero todos sabemos que del golf nadie se va; te tienen que echar. Jimmy sigue intentándolo, y el ejemplo más claro es su presencia en el ACCIONA Open de España presented by Madrid. Recibió una invitación en el Irish Open y consiguió su mejor resultado en años: un séptimo puesto que le permite estar esta semana en la capital española. ¿Y si es el regreso de Jimmy Walker? Que el cuento de hadas continúe.