Son tiempos de cambio e ilusión en el golf español con El Open de España, torneo con solera que ha incorporado este año un nuevo equipo de trabajo con la expertise del Mutua Madrid Open de Tenis. No es momento de entrar en comparaciones entre dos especialidades cuyo carácter individual y el germen de club ha hecho que se asociara con frecuencia. Consolidar un torneo de tenis es más sencillo que uno de golf. Sobre todo por la facilidad que tiene el tenis para construir héroes a través de los éxitos.
Las estrellas de la raqueta ganan, como mínimo, un 80 por ciento de sus desafíos, de partidos. El golf, por naturaleza, está lleno de sinsabores. Se pierde más que se gana. El mejor Tiger Woods de la historia sumó un sobresaliente registro de un 30 por ciento de victorias. En siete de cada 10 torneos no ganó. Difícil gancho para los profanos. También complicado magnetismo de un deporte al que se le ha etiquetado de elitista desde un prisma miope.
El comienzo está bien construido. Se ha escogido un escenario dentro de la ciudad, el Club de Campo, algo inusual en los grandes circuitos, también en el Grand Slam, donde los escenarios, por lo general, se alzan en pequeñas localidades de una historia centenaria o en soberbios resorts. Uno de los recorridos más emblemáticos de Madrid, seguramente el que más, alberga un torneo que pretende crecer progresivamente. En eso el golf también se separa del tenis. Una gran bolsa en premios no asegura un gran cartel internacional. El torneo lo tuvo en otra era cuando los Seve, Langer, Faldo y compañía se hacían favores entre ellos y elevaban el caché de sus torneos nacionales, en varios de los cuales eran incluso promotores.
Por eso hay que aplaudir el compromiso logrado por los tres principales golfistas españoles, que apoyarán con su presencia el torneo. Jon Rahm, Sergio García y Rafa Cabrera, el trío que combina el European Tour con el PGA Tour cada temporada, han arrimado el hombro. Y ese será el punto de partida para que el golf vuelva a expresar que es un deporte de masas. En realidad, por licencias, ya lo es; falta confirmar que en consumo también resulta. Un primer episodio exitoso, en el que el envoltorio va a ser sobresaliente -en eso el equipo de Gerard Tsobanian no tiene oposición-, acarreará nuevos retos cuya meta no es otra que situar al Open de España en el segundo torneo más importante del continente después del Open Británico. Escribirlo es más fácil que culminarlo.
Especialmente Rahm ha acelerado la recuperación del volumen de atenciones en el golf en España, que recibió asistencia artificial con la chaqueta verde de Sergio García en 2017. Habían pasado 18 años sin títulos en los grandes, el termómetro que en medio de la feroz competencia deportiva es lo que mide el gran público. El golfista de Barrika, defensor del título, vuelve a Madrid convertido en una referencia mundial después de un verano prodigioso en el que logró más top 10 que ningún otro jugador mundial y una victoria en el Abierto de Irlanda. El golf tiene que aprovechar este momento: la oferta es realmente interesante. Ojalá la demanda responda.
Por: Gerardo Riquelme